quarta-feira, 26 de maio de 2010

Menstruator Extraordinaire



Vem da minha adolescência minha paixão por fanzines. Quem me conhece há bastante tempo sabe que sempre gostei de lê-los e, mais ainda, de fazê-los. E foi por causa deles que comecei meu ativismo menstrual, embora quem me conheça há menos tempo ache que foi por causa de minhas incursões pelo sagrado feminino.

Pois há alguns meses achei um fanzine sobre menstruação num local que nunca imaginei que fosse encontrar: no site de artesanato Etsy.

Lá tomei contato com o trabalho de Jamie Schlote, uma norte-americana que fez um trabalho para a faculdade e apaixonou-se pelo tema. Não apenas fez seu trabalho de conclusão de curso sobre menstruação como criou um zine e também um site, que há bastante tempo não é atualizado.

O zine, com suas 38 páginas, é muito informativo, embora os textos se repitam muito para quem já está acostumado com o tema. A autora começa com a história da menstruação, define o conceito de menstruação radical e faz pequenos comentários sobre as opções de produtos menstruais, todos com um toque muito pessoal (o que, a meu ver, é o diferencial do fanzine). Esta parte cobre a maior parte do material.

No meio, como já é clichê em relação ao assunto, há um molde para que se possa fazer seu próprio absorvente de pano, mais ecológico do que os vendidos em farmácias etc. Não falta aquela tabelinha que compara os custos entre os tipos de absorventes e os gastos por ano.

Outros itens comuns são a tabelinha para marcar a menstruação, opções sobre o que fazer com seu sangue e o texto “If Men Could Menstruate”, da feminista Gloria Steinem.

As partes que achei mais interessantes estão no final do fanzine. Primeiro, trata-se da resenha do filme The Period. Não encontrei o filme no Brasil, mas ele é vendido na Amazon. Segundo, há resenha de três livros interessantes, sendo um deles o maravilhoso "Cunt", da Inga Muscio.

Se quiser uma cópia, entre em contato com a Jamie: jamie.scholote@gmail.com

Danielle Sales

domingo, 16 de maio de 2010

Lo Femenino, vida, religiosidad


Lo femenino hoy en día difiere del concepto que antiguamente de él se poseía, o se le daba, pues dependiendo de la época, este vocablo asumió diversas connotaciones.

Si una joven mujer o una niña fuese inquirida sobre lo que para ella significaba esta palabra en plena década de los 40 ó 50, ella imediatamente se volcaría  a la condición de subyugo o servidumbre ante lo masculino y a su capacidad como mujer en mantenerse dentro de los patrones que debería seguir para ser considerada como un ser “femenino”, y para poseer dicha catalogación ella  tendría que corresponder a ese patrón que no fue determinado por otras imágenes femeninas, pero sí por la figura patriarcal, o sea, cumplir con su deber de hembra procreadora, administradora del hogar y la familia, con abnegación cuanto al matrimonio y la creación de su prole, y generalmente  la omisión sobre sus deseos y voluntades.

Hoy al referirnos a lo “femenino” accionamos un sinnúmero de significados y significantes, así como valores que en tiempos idos podrían incurrir en la desclasificación de la mujer como ser “femenino”.

Las reglas son otras y dentro de lo femenino incluimos también nuestra capacidad de procrear, pero sin tenerla como el eje de nuestras vidas, encaramos la feminidad  con suavidad y respeto sin tener la obligación de masculinizar nuestras opciones para que seamos aceptadas y adsorbidas por el mundo, pues nuestro universo es más diversificado, por que nuestro “femenino” es hoy más elástico; la maternidad, el hogar, el sexo, son complementos no finalidades y dentro de esas opciones, nuestra capacidad para tomar decisiones es más imperativa que nunca.

Dentro de esta nueva cosmovisión sobre nuestro femenino, el hombre aprende a descubrirse también como ser que posee ese aspecto, dejando hacia atrás una postura severa, huraña y castradora de hombre “machista/macho” que inhibe emociones y se dedica apenas a temas “serios”. Entre los que la religiosidad permanecía excluida, si no fuese un hábito familiar el hecho de ir a la iglesia, pero sin mantener un mayor lazo con ello.

La religiosidad que descubre al “femenino” como eje permite esa abertura rumbo a otros medios de entendimiento para prácticas personales religiosas, que se mantienen vivas en lo cotidiano, permitiendo  que el contacto con las deidades sea algo más cercano, más sentido, sin tener que esperar por el día y la hora marcada.
Y abre así, puertas para que se discutan temas que podían antes surgir en la mente, pero que jamás serían exteriorizados, como cuestionar los conceptos petrificados sobre el pecado, la culpa, la condena eterna, que las religiones centralizadas en lo masculino difundieron a lo largo de los siglos y tierras, así como la sexualidad y una nueva postura cuanto a ella, donde se la hace algo placentero, no solamente para la figura masculina, ni como único objetivo para la gestación de la prole.

Permitir una postura reflexiva religiosa no implica en “crear” nuevos conceptos al gusto del practicante, pero sí poseer la libertad de reconocer o no las teorías ya existentes y poder analizarlas sin presiones externas castradoras, mutiladoras del libre pensamiento y acción.

Debe ser diferenciado este camino espiritual, de la generalización que durante años viene ocurriendo en la que se presentan las creencias matrifocales como siendo apenas la creencia wiccana, lo que es una noción errónea pues ni todo individuo comprometido con la creencia matrifocal es por obligación miembro de la religión Wicca.

Así siendo, debe ser elucidado este punto claramente. En que las deidades femeninas y sus rituales no están comprometidos exclusivamente con la Wicca, pero si representando papel central en otros núcleos como el Chamanismo Femenino, en grupos dedicados al rescate de lo Sagrado Femenino Pagano, en fin, entender que otras esferas focalizan lo divino femenino.

Descubrir la religiosidad matrifocal, la existencia de un culto milenario  a las Diosas, no excluye la creencia en deidades masculinas en absoluto. Pero abre lugar y espacio para la mujer dentro de las actividades sacerdotales y ritualísticas que por mucho tiempo le fueron negadas.

Entre tanto, se acepta la lectura exclusiva del culto a las Diosas, sin su contraparte masculina, sin compañero y debe ser respetado de esta forma, pues la diversidad dentro del culto a la Diosa, lo permite, sin banderas de oposición y opositores que se destruyan en arenas. Pero es importantísimo entender y respetar esa actitud que muchas mujeres optan por tomar, en la que lo masculino es dejado de lado, como consecuencia de una serie de acontecimientos y elecciones personales o colectivas.

Sin embargo, en ese quehacer y ser de la religiosidad centralizada en creencias matrifocales (aunque hoy exista una conciencia mucho más equilibrada sobre temas de género), surgen individuos que para tal actitud lanzan críticas constantes, empleando un discurso fóbico y que con ello rebajan a si mismos por resaltar el prejuicio, sexismo e ignorancia, y a la mujer sea esta seguidora o no de tal creencia.

Ese ataque descontrolado y sin fundamentos atemoriza a muchos. Muchos, pues ni todo seguidor del culto a las Diosas pertenece exclusivamente al sexo femenino, impidiendo que las personas se identifiquen abiertamente con dicha práctica y a veces manteniéndose calladas y omisas, delante de burlas nada simpáticas, donde el objeto de la crítica es lo divino femenino y la categoría que él asume dentro de la fe y la religiosidad de muchos paganos.

Así siendo creo yo que hoy lo femenino se muestra más liviano y asequible, incluyendo posturas que antes resultarían contradictorias para nuestra condición femenina.

Ser mujer y pagana se manifiesta hoy como una opción sin connotaciones de feminismo extremista, ni como club de las mujeres, pero si se identifica con lo femenino divino, como opción en la que caben hombres y mujeres de todas las edades sin preocupaciones excluyentes ni devaneos utópicos.

¿Lo femenino dentro del Paganismo permite que todos puedan manifestarse, opinar, dialogar y discutir sin miedo a frases represoras?
Depende de cada uno de los que en esta creencia están inmiscuidos, del respeto que consiguen tener por los demás y para consigo mismo.

Y depende de forma preponderante de la capacidad que hay en dejar de lado nociones antiguas, fosilizadas, que dentro de nosotros intentan supervivir y perpetuar la exclusión, el perjuicio, la falsa moral y la falta de respeto sobre las creencias ajenas y diferentes a las nuestras.



Luciana Onofre

São Luis-MA

terça-feira, 11 de maio de 2010

Biopoder

Biopoder

Desde que é representante de zoé*, mais do que de bíos - pois chegar aqui é ascender à pólis, e para chegar à pólis é preciso estar na linguagem - a mulher está submetida à posição do corpo nu, da vida nua (o que Walter Benjamin chamou de bloss leben).

Bíos é o termo que, desde Aristóteles, é usado para designar o território da vida qualificada. Em seu sentido mero e simples a vida é designada por zoé. A mulher pertence ao território dessa vida desqualificada. Toda a medicina desde os primórdios pode ser analisada sob a prima da biopolítica. Assim como toda indústria estética e toda religião que tenta definir padrões de beleza e forma para o corpo, visando à manutenção do poder sobre o corpo das mulheres. A Indústria do Corpo é o modelo análogo ao que se denominou no século XX, a Indústria Cultural. Na Indústria da Cultura a mercadoria é a arte que destituída de seu poder político. Que seja domesticado. A indústria do corpo serve à manutenção do corpo pré-político, do corpo manipulável, do corpo sem voz ou qualquer expressão. A mera vida de uma mulher reclusa em concentração doméstica, ou nas páginas de pornografia ou proibidas de abortar. Que mulheres não sejam donas de seus corpos, eis o que significa o biopoder.

*Termo grego que significa "vida", "vida nua", "vida natural".


Texto retirado do livro: "Mulheres, Filosofia ou Coisas do Gênero" - Márcia Tiburi e Bárbara Valle. - Ed. Edunisc - pág 62 e 63.

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